La implementación de la inteligencia artificial en nuestro mundo está saliendo mal. Muy mal. Es como perlas echadas a los cerdos (y los cerdos somos nosotros). Cada vez creo menos que la sociedad pueda sobrevivir a semejante «poder». Simplemente no lo puede administrar. Esas habilidades la sobrepasan.
Mañana, si no es que hoy, resultará imposible determinar la veracidad o realidad de cualquier «pack» de datos. Sea una imagen, un sonido, o un video. Con todo su horrible potencial: fabricación de realidades falsas que será muy difícil (o directamente imposible) de discriminar. El que crea que se puede construir un sistema que detecte y separe el contenido artificial del contenido real vive en la Luna. La respuesta corta es: no se puede hacer ese sistema.
El acceso universal a «generadores de contenido» y «contestadores de respuestas» es prácticamente imposible que no afecte negativamente la formación de las generaciones venideras. Simplemente es demasiado tentador no usar esas herramientas para evitarnos pensar y aprender. La educación como la conocemos ya está destruida. No queda claro cuál será la alternativa.
La web ya está prácticamente muerta, desde antes estaba moribunda, donde se reducía a los 5 o 6 sitios más visitados (casi todos redes sociales), pero ahora está directamente muerta, ¡con más de la mitad de tráfico e interacciones generados por bots contestando a otros bots el contenido generado por otros bots!
La «web» se ha convertido en el laberinto algorítmico de las grandes empresas para que compres, compres y compres, a expensas de tu salud mental, polarizando a propósito a la sociedad, creando burbujas ideológicas a su paso.
No debemos olvidar la amenaza a los puestos de trabajo si la IA se vuelve realmente buena (todavía no lo es). Aunque, paradójicamente, este es de los aspectos que más preocupan actualmente. En realidad no creo que sea tan fácil conseguir una IA tan competente en poco tiempo, y quizá las cosas se pongan en un estado tan malo antes de ello, que mucho cambie para entonces. No lo sé.
Es un momento en el que deberíamos estar rediseñándolo casi todo por completo. Por ejemplo, podríamos replantearnos: ¿qué enseñar?, ¿cómo enseñarlo?, ¿a quién? y ¿para qué? Y así con casi todo aspecto de la sociedad…
Pero dudo mucho que eso llegue a ocurrir. Creo más probable que todo colapse bajo su propio peso, pero no se exactamente cómo. ¿Quizá una especie de guerra civil entre los que piensan una cosa y los que creen otra diferente? ¿Morirá de desconfianza porque nadie cree ya en nada salvo lo que confirme sus propios prejuicios? ¿Morirá de incompetencia porque ya no habrá suficientes personas capaces de hacer lo que hay que hacer?
Tal vez todo termine de maneras mucho menos dramáticas en la forma de una distopía tecnofeudal. ¿Ya estamos ahí?



