La radioterapia para mí significa que me saquen del infierno en donde vivo y me traigan al hospital todos los días para unas quemadas en mis partes.
Una frase de Betrand Russell encaminada a mostrar como la racionalidad no es enemiga de la pasión, el gozo o la sensibilidad, por el contrario, es su aliada.
Me surge un temor extraño de necesitar más vueltas, mayor mérito de ser esterilizada, atendida por los seres y las máquinas que remueven el mal.
Si la novela Caballo de Troya no es real, ¿qué sigue? ¿Qué implicaciones tiene o debería tener para sus más férreos devotos?
Aquí se pretende argumentar de forma breve que la ciencia no es, por principio, materialista, y que eso constituye una confusión sobre su naturaleza.
Ella, de cuarenta y tantos y yo, somos las más jóvenes y las de aspecto más saludable en la sala de espera de radioterapia a donde vamos todos los días a las seis y media de la mañana.