Ella, de cuarenta y tantos y yo, somos las más jóvenes y las de aspecto más saludable en la sala de espera de radioterapia a donde vamos todos los días a las seis y media de la mañana.
Mi aversión al ejemplo de Hofstadter fue superada con muchas páginas y momentos de entendimiento que refutaron la idea de un autor despectivo hacia sus lectores. Todo resultó una reflexión honda, interesante y hasta divertida.