Los yerros de mi vida se concentran en la frente. No están ahí los más hondos sino los más arrojados impulsos, las ideas injustas y los temores. Encima de mis ojos aterriza cada dilema porque es el vértigo frontal de las emociones. Toda mi complejidad animal está alojada entre el pelo y las cejas: ora mis ideas redundantes, ora la cefalización de las tripas. El control de los órganos del cuerpo y de los movimientos, mientras viven en la frente, no son más que desatinos. ¡Qué vergüenza! Mi frente es más amplia que la de otros, es más protuberante, más adelantada, una mujer a una frente pegada, una zona frágil e imprescindible que ahora, como toda yo, me duele profundamente.
Jojana Oliva
Maestra en Literatura Comparada (UNAM). Interesada en teoría, crítica, creación literaria así como en la relación entre las artes y entre literatura y ciencia.