Ricky B.

Ricky B. ¿Una historia «realmente» posible?

Extraterrestres infiltrados. ¿Qué es eso? Lo «obvio»: seres de otros mundos que se hacen pasar por humanos, con los cuales usted podría estar conviviendo todos los días… o por lo menos, esa es la idea con la que J. J. Benítez desea persuadirnos en Ricky B., uno de sus más famosas novelas. Como es su costumbre, insiste en decir que esa historia es real, aunque no haya buenas razones para creerlo así. ¡Y para muestra un botón! A diferencia de Caballo de Troya, es mucho más difícil de analizar, pero no por ello se pueden dejar de decir cosas interesantes.

¿De qué va?

Una turista norteamericana visita Yucatán en México, sufre un accidente automovilístico mientras viaja en autobús. Entonces se recupera, dice ser un extraterrestre que ha tomado posesión del cuerpo anteriormente sin vida. J. J. Benítez le sigue la pista, entrevista a numerosas personas, algunas de las cuales conocen personalmente a la susodicha. La localiza y habla con ella… concluye que los infiltrados están entre nosotros.

Acrón

En Ricky B. está perdido un planeta entero, ¿o será que está de sobra? Casi al principio de la trama, cuando Ricky explica a su pareja el «ingeniero» su origen no humano, se encuentra el problema, y su nombre es Acrón. Según la historia, Ricky dijo proceder de ese planeta. El ingeniero, mientras consultaba una enciclopedia, pudo comprobar que la temperatura del susodicho rondaba los seiscientos grados centígrados. Después, intentando pillar a Ricky, le preguntó la mentada temperatura que poseen en su mundo. «Setecientos grados» replicó fulminante. El ingeniero quedó perplejo. Pero no querido lector, aunque usted no lo crea, lo peor del asunto no está en la soberana estupidez de un ingeniero al que no se le ocurre que Ricky pudo haber leí­do la misma enciclopedia con anterioridad, ¡no! Está en la desconocida edición de las cosas que nunca existieron que él consultó. Porque, como toda persona que está al tanto sabe, ¡para esas fechas (1982) no se había descubierto planeta extrasolar alguno! Y no se diga su temperatura. Ni siquiera existe uno llamado Acrón. (Referencias al respecto se pueden encontrar en: The Extrasolar Planets Encyclopaedia)

Si todo es una novela no hay mayor problema, es simplemente un recurso literario. ¡Pero Benítez insiste en que no lo es! ¿Dónde quedó nuestro experto en OVNIs? Cuesta trabajo creer que un interesado en esos menesteres no tenga una mínima noción de cuáles y cuándo fueron descubiertos los primeros planetas más allá del sistema solar. ¡Cuanto más si sucedió en su tiempo de vida! No tuvo noción, porque se atrevió a incluir la anécdota en su libro sin rechistar, lo haya inventado o no. El primer exoplaneta se descubrió hasta 1989. Benítez no menciona esta anomalía en lo absoluto. No la critica ni la señala. Por el contrario, la anécdota de la temperatura es presentada como una «evidencia» de que Ricky era alguien fuera de lo común.

Acrón
Ningún exoplaneta había sido descubierto cuando el «ingeniero» consultó la supuesta enciclopedia. Eso no pasó.

El problema es que el testimonio del ingeniero es fundamental para la historia. Es por él que «sabemos» que Ricky es una alienígena. ¿Por qué esa burda mentira no la tomó como una razón para dudar de su testimonio? Si mentía en esto, ¿por qué no mentiría en lo demás? ¿Por qué deberíamos creer el resto de su historia? A mí, que soy tan mal pensado, me parece que hay gato encerrado.

¿Quién inventó esa anécdota en realidad, el ingeniero o Benítez mismo? Considere el lector estas dos posibilidades: 1) el ingeniero miente y tomó por tonto a Benítez en una cosa básica y fundamental, ergo, Benítez no siguió criterios mínimos para evaluar la veracidad de la historia, 2) Benítez es quien toma por tonto al lector y se inventó la historia de Ricky B., mezclando sucesos reales (el accidente del autobús, algunos reportes de OVNIs), para obtener una historia que funcionara. No sería el primero ni el último en hacer algo así.

En cualquiera de las dos posibilidades, Benítez se muestra ignorante de astronomía fundamental. Pero hablando de los casos OVNI…

El caso Rejanosa

El extinto grupo Anjomas, investigadores civiles y voluntarios del fenómeno OVNI, habían analizado anteriormente este caso que aparece en Ricky B. Todas sus indagaciones concluían que lo visto esa ocasión correspondía a una mal llamada bengala.

Todo era evidente, las pruebas manejadas discurrían en un solo sentido, primero, los testigos entrevistados en las zonas más cercanas a la caída del objeto, afirmaban y se ratificaban que lo que se había visto era una bengala. Segundo, era el día de la festividad de la Virgen del Carmen, en la cual, Algeciras como ciudad marítima se expresa particularmente festiva, lanzando todo tipo de artículos pirotécnicos, petardos e incluso bengalas.

Bengala
Una «bengala».

Según Benítez era muy extraño que se formaran círculos, que era la forma de las partes incineradas, pero no era la opinión de Jesús, uno de los bomberos que fueron llamados por los vecinos a consecuencia del incendio. El grupo comenta:

[…] todas las evidencias reflejaban claramente que era un fuego de pasto normal. Le preguntamos [a Jesús] si un fuego puede crear zonas quemadas en forma de triángulo o cuadrado, y su respuesta basándose en la experiencia no dejaba dudas. Según este experto, los incendios normalmente se expanden formando abanicos si existen fuertes vientos y no hay obstáculos, y en forma de círculo más o menos redondo si no hay viento. […] no le llamó la atención la forma redonda de las zonas quemadas del 16 de julio del 1996. Este tipo de pequeño arbusto, denominado comúnmente jergenal, consta de un tronco central de pequeña altura pero grueso que se va ramificando a medida que se eleva en altura. La distribución de dicho ramaje es igual en todas direcciones, por lo que al quemarse provoca una especie de redondel chamuscado que fue una de las razones por la que ambos investigadores (Benítez y Andrés Gómez, según el grupo Anjomas) etiquetaron estos restos como algo insólito.

Lo que más me llama la atención no es la falta de acuerdo en la interpretación, sino su respuesta a estas explicaciones alternativas. Veamos, al enviarle una carta explicándolas, respondió con otra misiva:

De haber caído una bengala en dicho lugar, el incendio nunca tendría las características ya conocidas. Con viento de levante, y en una zona de matorral y monte bajo, las llamas se habrían propagado de forma anárquica, nunca formando tres círculos.

Evidentemente lo dice haciendo caso omiso de que no es en absoluto sorprendente esa forma circular. Más adelante comenta: «Si hacéis una simple consulta a las autoridades de marina comprobareis que esa tarde-noche del 16 de julio de 1996 no se lanzó bengala alguna».

Algo completamente falso, según el grupo Anjomas, pero dejemos que él continúe con la historia:

Para contestar a este segundo apartado de la carta de Sr. Benítez, nos dirigimos en primer lugar a la parroquia de Ntra. Sra. del Carmen, ya que aquí, se organizan todos los actos referentes a la festividad de ese dí­a. Nos entrevistamos con el secretario el Sr. Pelayo, el cual nos atendió amablemente, le planteamos los acontecimientos acaecidos en el año 96. Al comentarle la respuesta del Sr. Benítez en su carta, nuestro interlocutor no daba crédito a lo que afirmaba este investigador. Ya que el Sr. Pelayo, como todos los fieles que se reúnen todos los años en el puerto de Algeciras para acompañar a Ntra. Sra. del Carmen, saben más que de sobra, que no ha habido ningún año que no se haya utilizado material pirotécnico y bengalas. Aún así, nos indicó la dirección y el nombre de un miembro de la hermandad que poseía una completa filmación de la procesión, embarque y desembarque de la imagen de la Virgen. Dato importante, facilitado por la grabación de vídeo, era que ese preciso año la Virgen no sólo embarcó más tarde, sino que igualmente se recogió más tarde también, propiciando que esa tarde noche de la festividad se convirtiera en una espléndida noche de fiesta. En la filmación, contrariamente a lo que afirma J. J. Benítez, aparecen sin lugar a dudas personas portando gran número de bengalas.

Por último J. J. Benítez en su carta dice:

En los análisis de tierra, matorral, insectos, etc. que le han practicado en tres laboratorios de otras tantas universidades se han comprobado, en otros detalles no publicados aún, que lo que originó las marcas elevó la temperatura a los grados ya mencionados (1.000° Celsius) pero durante un tiempo brevísimo, quizás infinitesimal de tiempo. Eso, según los informes científicos que obran en mi poder, explicaría porque muchas de las ramas aparecían consumidas superficialmente y solo por un lado, así como las «quemaduras» de los insectos.

Bengala con paracaídas
Pirotecnia con paracaídas (¡existe!)

Pues si realmente existen esos «estudios científicos» bueno sería que los mostrara, pues no lo ha hecho. Y al igual que el equipo Anjomas, tengo la idea de que esos estudios no existen en lo absoluto. Incluso, dicho grupo realizó a través del grupo EDENEX (mención aparte) unos estudios, que contradicen abiertamente el poseído supuestamente por Benítez.

Al final de su carta, Benítez escribe: «Quizás algún día, podamos conversar y pueda mostraros cuanto os expongo. Hasta entonces, un saludo».

Una excelente oportunidad, brindada por el propio Benítez, de conocer cuanta información dice poseer. Pero dejemos que el grupo Anjomas hable:

Por suerte, nos enteramos de que este investigador junto con su amigo Andrés Gómez Serrano ofrecían una conferencia en La Casa de la Cultura del Ayuntamiento de Los Barrios el día 30 de octubre de 1998. Creímos que sería una buena posibilidad de que al final de dicha conferencia, nos entrevistáramos con el Sr. Benítez para intercambiar impresiones y al mismo tiempo presentarle a nuestro principal testigo cuyas iniciales son F.J.G.L.

Sin embargo, a mitad de conferencia, cual sería nuestra sorpresa, de que cuando Andrés Gómez Serrano sentado a la izquierda del Sr. Benítez susurra a su oído algo (sin percatarse de que nuestro operador de vídeo lo está grabando todo) que provocó que su gesto inicial fuera cambiando poco a poco, como queda fielmente registrado, para a continuación, y sin mediar contexto alguno, lanzara un llamamiento público a los conferenciantes a que no nos hagamos caso de supuestos investigadores civiles, haciendo referencia directa al caso de la Rejanosa. Según este investigador, los supuestos investigadores civiles, querían desmantelarle el caso de la Rejanosa con una bengala.

Nos sentimos aludidos porque el Sr. Benítez, no nos había dejado el derecho de duda. Y con desmesurada autoridad como conferenciante quería dejarnos en ridículo, con ello bajo las directrices del anterior susurro que sembró cierto nerviosismo al ser advertido de que estábamos allí. Esta actitud, deshonesta y poco caballeresca, con respecto a unos simples investigaciones amateur pero eso sí, civiles, nos dejó sólo una salida que fue un enfrentamiento dialéctico de sordos. Pedimos públicamente, perdón a las personas allí presentes y que habían ido con toda la ilusión del mundo a ver y oír a su investigador y novelista favorito, pero nuestro orgullo como investigadores de campo no podía admitir tales injusticias, y preferimos defendernos de dichas injurias a admitir ser repudiado públicamente, sin fundamento alguno.

Que cada quien juzgue cómo va este asunto.

¿«¡A la mierda la ciencia!»?

Newton
Decir «a la mierda la ciencia» hace enojar a Newton.

¿Dijo «¡A la mierda la ciencia!»? Sí, J. J. Benítez lo dijo. Al investigador no le interesa en lo absoluto, como ya lo dejó claro el asunto del planeta perdido. No la entiende ni la conoce. En algún momento de su trama dice «¡A la mierda la ciencia!», y es comprensible. Se da cuenta que sus explicaciones y la forma en que hila los acontecimientos son todo, excepto algo que siga un mínimo principio de parsimonia, o que se base en alguna prueba más allá de su deseo de encontrar en cualquier cosa una evidencia de los extraterrestres. ¡Claro que va a despreciar todo lo que señale cuán disparatadas y sin fundamento son sus ideas! Lo más increíble es que se las arregla para presentar como una virtud no seguir la lógica, seguir las corazonadas, y aceptar así sin más cualquier explicación, por rebuscada e injustificada que sea. Una vez convencido de tales cosas, te puedes creer lo que sea y nadie puede salvarte.

Regina Brunning

Así es querido lector, un día sin nada mejor que hacer, me lancé a la Hemeroteca Nacional de México para averiguar por mi mismo el nombre de la mentada turista que sufrió el accidente, consultando los periódicos citados por el propio Benítez en su obra. No está por de más decir, como curiosa anécdota, que eso sucedió precisamente la mañana del 11 de septiembre de 2001, y mientras el mundo entraba en crisis por la caída de las torres gemelas en Nueva York, yo permanecía ajeno a los acontecimientos revisando estas tonterías.

Ricky B.
No sé si esta mujer realmente es la mentada Regina Brunning, pero en algo tiene razón Benítez: que hermosa mujer.

Regina Brunning es el verdadero nombre de Ricky B. O mejor dicho, el nombre de una desafortunada turista norteamericana, protagonista de un accidente de autobús en México, allá por el año de 1975. Doy fe de la fiel transcripción del nombre extraído de los periódicos (El Diario de Yucatán y el Novedades de Yucatán con fecha 16-dic-1975), salvo diferencias ortográficas en uno de ellos, donde está escrito «Bruning», aunque sonando igual. No me es difícil achacarlo a un error de tipeo (¿o no?). A día de hoy el nombre es bastante conocido, pero en ese entonces era ignorado casi por completo. He de confesar que en un primer momento me emocionó conocer el enigmático vocablo, no tardé mucho en darme cuenta que no me iba a servir de mucho. Sea como sea, ahí está, para satisfacer la curiosidad del público. Tal vez le pueda sacar más provecho que yo. Aquí hay algo que aclarar, y es que en un cambio de línea a media palabra en las columnas de uno de los periódicos, aparece el nombre de «Regina Burgnet» y no «Brunning». Mmm…

Me despido sin más que contar por ahora.

Agradecimientos

Le doy las gracias a «Emmanuel» (él sabe quien es) por su ayuda. Gran parte de este documento formaba parte del archivo de «El Dragón Invisible», contenido que fue publicado con autorización en su momento (2002). Desgraciadamente los documentos originales se han perdido, y solo quedan estos extractos de mi propia recopilación. Un presunto archivo existe (ver aquí), pero me resulta imposible encontrar los documentos citados en este trabajo. Una pena y disculpa al lector.

Javier
Javier

Maestro en Ciencias de la Computación (UNAM). Durante mucho tiempo interesado en la difusión del pensamiento crítico, la ciencia y el escepticismo. Estudioso de la inteligencia artificial, ciencias cognitivas y temas afines.

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9 comentarios

  1. Fíjese, amigo redactor, que su pesquisa sobre la tal Regina Brunning un 11 de septiembre 2001 no fue precisamente casualidad. Algún día lo comprenderá…

    Saludos….

  2. Yo creo que incluso los que negáis que algo tenga un propósito, los que adoráis al dios «ciencia», también sois actores con propósito, en este enorme teatro…Pero obviamente no lo puedo demostrar :)
    Un saludo

    • Nadie aquí adora al «Dios ciencia» como lo llamas. Simplemente es el sincero deseo de saber qué es verdad y qué no lo es. Pero muchos confunden la «verdad» con aquello que les gustaría que fuera cierto.

  3. Buenas Javier, te contacté en el 2016 referente a CT10 «El día del relámpago». Ahora estoy inmerso en el caso Ricky, ¿podrías contactarme a mi email de forma privada?.
    Necesito comentarte algunas cosas, a ver si me puedes aclarar algunas dudas. Como siempre muchas gracias de antemano.

    • Lo siento. La consulta la hice hace muchos años (2001), en ese entonces no cargábamos con teléfonos inteligentes ni cámaras para todos lados. Simplemente tomé notas.

      Pero el periódico debe encontrarse ahí aún, al menos en teoría. Así que lo podrías consultar por ti mismo. Pero no vale mucho la pena. No hay mucha más información que la ya puesta por Benítez en su propio libro, o la que he colocado yo aquí mismo.

      Una disculpa.

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