Poema sobre un perro callejero, de esos que dan miedo porque son un espejo.
¿Es real este viaje en el tiempo o estoy alucinando? ¿Cómo llegué a esta época? ¿Cómo puedo volver?
Cuando uno ha construido su propia máquina del tiempo surge la gran disyuntiva: ¿A qué periodo temporal quiero trasladarme?
Fue un día muy ajetreado, no dejaban de llegar uno tras otro a la sala. Desde que empezó mi turno de la madrugada, comenzó la acción.
La radioterapia para mí significa que me saquen del infierno en donde vivo y me traigan al hospital todos los días para unas quemadas en mis partes.
Me surge un temor extraño de necesitar más vueltas, mayor mérito de ser esterilizada, atendida por los seres y las máquinas que remueven el mal.
Ella, de cuarenta y tantos y yo, somos las más jóvenes y las de aspecto más saludable en la sala de espera de radioterapia a donde vamos todos los días a las seis y media de la mañana.