Outer Wilds es un juego especial para mí. Lo inicié mientras mi padre estaba vivo, y lo terminé después de ello.
He muerto varias veces. Tengo que explicar que me llamo Gatofélix desde 1998, con ese apodo, mis amigas brujas me dieron el don de revivir a partir de la segunda muerte.
A un hombre con cáncer se le reveló la amistad en el hospital.
Leía los pensamientos de una persona que considero muy inteligente, pero con la que no tengo contacto desde hace, quizá, 15 años. Noto cuán diametralmente opuestos son nuestros puntos de vista.
En lo que el médico se convierte al dar el diagnóstico de cáncer a su paciente.
Los yerros de mi vida se concentran en la frente. No están ahí los más hondos sino los más arrojados impulsos, las ideas injustas y los temores.
De cómo Bécquer me enseñó qué es literatura.